“El lugar de los poseedores de los dioses”, traducción del náhuatl “Teotihuacan”, fue el centro urbano con mayor densidad poblacional durante su apogeo. De aquellos tiempos –y de los 21 km2 que ocupaba la ciudad- quedó un conjunto de monumentos arqueológicos bastante impresionante.
A unos 40 km de la Ciudad de México se alzan las pirámides y los restos de Teotihuacan, considerados Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1987. Las investigaciones respecto de la civilización que habitaba la ciudad continúan expandiéndose en la actualidad y la restauración de las principales construcciones permite vislumbrar lo que fue la sociedad en su período de esplendor.
La Calzada de los Muertos de Teotihuacan antiguamente constituía la principal avenida del lugar, donde sucedían todo tipo de ceremonias y convergían allí las primeras actividades sociales. Este camino va desde el recinto de la pirámide de la Luna hasta la Ciudadela, donde moraban los sacerdotes y gobernantes, a lo largo de 2 km.
En los lados del camino están las construcciones que fueron importantes, como palacios y templos. Las pirámides del Sol y la Luna, Palacio de Quetzalcoátl y el Palacio de los Jaguares son algunos de los impresionantes monumentos arqueológicos que hacen de Teotihuacan uno de los principales destinos turísticos de México.
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